30 de octubre de 2005

Lima la torpe

Maltratada y apabullada sobrevive debatiéndose entre la modernidad y la desgracia, se llama Lima, ciudad de encanto y penurias.

Dicen recuerdos ajenos, remembranzas de una ciudad que orgullosa se erigía a los pies del Pacífico, que durante los años 30 y 40 Lima era el señorial sitio de calles estupendas, de mujeres bien vestidas, de caballeros de sombrero impecable, de sitios donde solo los de gran estirpe caminan.

Hoy, la señorial ciudad da cabida a todos, empezando por Limeños que de antaño conocen sus barrios, así como inmigrantes de un Perú mucha veces olvidado, hoy Lima para foráneos es tierra de oportunidades y para autóctonos catapulta a otros parajes.

Hoy Lima es un colorido de razas, un arco iris de culturas, un espacio donde todos diferentes llaman hogar a un mismo lugar.

Casi 9 millones de personas reducidas a una zona donde todo se mezcla y confunde, 9 millones de personas asomadas a la catástrofe de una ciudad pujante sin sentido.
Hoy Lima, es una ciudad que progresa sin asimilar su magnificencia, ciudad de contrastes, de edificios empresariales modernos y casas tan viejas y paupérrimas como la viejecita mal trecha de cuentos de hadas. Barrios imponentes que dejan ver casas adornadas con finos Mercedes y Volvos, mientras que en la otra cara de la moneda se divisan arenales en plena expansión donde las casas de material noble son tan jóvenes como las hojas verdes a principios de setiembre.

Tropezando torpemente y sin saber de rumbo fijo, Lima crece y crece entre el mar intempestivo del mal llamado Pacífico y cerros tan áridos y penosos que se extienden entre valles verdes y coloridos.

La locomotora del crecimiento avanza, sin sentido, pero avanza. Espacio hay para todos, es solo cuestión de arrinconarnos porque sí o sí, todos entramos.

Y ese fantasma gris que se apodera del cielo y no deja ver al Dios Inca (el sol) persigue casi todo el año llenando el ambiente de tristeza, nublado siempre, dando carácter de solitario a una ciudad que aunque superpoblada a veces parece abandonada.

Y ..., la tan esperada lluvia, esa amiga de las nubes grises pero que no se asoma ni por gracia divina, esa loca embustera que se hace desear y que a lo máximo en días de invierno alguna garúa soltará. A veces, solo una gota pido, pero es solo una petición que va al olvido.

Lima está creciendo, y lo hace como sabe hacerlo, torpe y sin rumbo fijo.

Enrique Frutos Corrales
enrique_jfc@yahoo.com

24 de octubre de 2005

Hostales ¡¡¡Que invento tan maravilloso!!!

Hable ahora el que nunca ha pensado una cosa así (de hecho alguno que otro cucufato), pero el común de mortales, hombres y mujeres llenos de pasión y deseo carnal, ha pensado esto; sea para amar y sentir a la persona más importante en su vida, para besarla y acariciarla, para descubrirla y venerarla, para saciarla y enloquecerla, para amarla y retenerla. U otros de cuya especie desconozco que utilizan dichos refugios para zambullirse en deseos prohibidos y encamar a la amante de turno en un vaivén profundo de juego sin sentido ni gracia... luego del coito.

Andanzas indescriptibles hemos gozado en cuartos llenos de secretos, desde los mas tiernos hasta los más sucios, hemos visto a vírgenes y a no tan santas, a avergonzadas y desvergonzadas, hemos tenido amor y simplemente sexo, hemos tenido gritos y lágrimas, pero todos recuerdos in canjeables por el corazón de agradecidos visitantes de este invento tan maravilloso, el HOSTAL.

Sea de para buenas o de para malas, el hostal se ha vuelto amigo entrañable de hombres fieles y escondite mal interpretado de hombres adulterados.

No es hora de juzgar, es hora de agradecer a las paredes por su silencio y al recepcionista por su discreción. Es hora de bailar de alegría porque existe un lugar donde amar es natural.

Hoy me di cuenta de que muchos de mis mejores momentos los he vivido encerrado desnudo en un cuarto, acompañado de una mujer hermosa, también desnuda, donde no importa nada más que el sentimiento de pareja; ese sentimiento de tenencia que enamorados y locos saben lo que significa.

Enrique Frutos Corrales
enrique_jfc@yahoo.com