24 de octubre de 2005

Hostales ¡¡¡Que invento tan maravilloso!!!

Hable ahora el que nunca ha pensado una cosa así (de hecho alguno que otro cucufato), pero el común de mortales, hombres y mujeres llenos de pasión y deseo carnal, ha pensado esto; sea para amar y sentir a la persona más importante en su vida, para besarla y acariciarla, para descubrirla y venerarla, para saciarla y enloquecerla, para amarla y retenerla. U otros de cuya especie desconozco que utilizan dichos refugios para zambullirse en deseos prohibidos y encamar a la amante de turno en un vaivén profundo de juego sin sentido ni gracia... luego del coito.

Andanzas indescriptibles hemos gozado en cuartos llenos de secretos, desde los mas tiernos hasta los más sucios, hemos visto a vírgenes y a no tan santas, a avergonzadas y desvergonzadas, hemos tenido amor y simplemente sexo, hemos tenido gritos y lágrimas, pero todos recuerdos in canjeables por el corazón de agradecidos visitantes de este invento tan maravilloso, el HOSTAL.

Sea de para buenas o de para malas, el hostal se ha vuelto amigo entrañable de hombres fieles y escondite mal interpretado de hombres adulterados.

No es hora de juzgar, es hora de agradecer a las paredes por su silencio y al recepcionista por su discreción. Es hora de bailar de alegría porque existe un lugar donde amar es natural.

Hoy me di cuenta de que muchos de mis mejores momentos los he vivido encerrado desnudo en un cuarto, acompañado de una mujer hermosa, también desnuda, donde no importa nada más que el sentimiento de pareja; ese sentimiento de tenencia que enamorados y locos saben lo que significa.

Enrique Frutos Corrales
enrique_jfc@yahoo.com